La Fundació Assut ha puesto en marcha en L’Albufera el proyecto «Arrozales de paso», una iniciativa que aprovecha los arrozales fallidos de cada campaña para crear espacios de alimentación y descanso para las aves migratorias. Entre julio y octubre, varios miles de limícolas de diferentes especies, algunas de ellas amenazadas, además de muchos centenares de flamencos, moritos, patos y otras aves acuáticas, van a verse favorecidos por la medida. En el proyecto, que cuenta en este primer año con el apoyo de la empresa GA Alimentaria, colaboran también varios agricultores locales, quienes, a su vez, reconocen en él beneficios para el arrozal.

El Parque Natural de L’Albufera es el principal humedal de la Comunidad Valenciana y uno de los más importantes de la cuenca del Mediterráneo. Este paisaje humanizado, cubierto casi plenamente por el arrozal, constituye un hábitat alternativo al natural que facilita la presencia permanente de gran cantidad de aves acuáticas. Ubicada en un lugar privilegiado donde confluyen las rutas migratorias que discurren por el Mediterráneo y el Atlántico Este, L’Albufera representa también un lugar fundamental para la alimentación y el descanso de miles de aves que se desplazan entre los lugares de nidificación del centro y norte de Europa y los de invernada en África. En este caso, sin embargo, el parque natural apenas cuenta con espacios propicios para ellas, cuyas necesidades son más específicas. La intensificación agraria del arrozal, la escasez de hábitats acuáticos naturales y las molestias derivadas del tránsito de vehículos y personas, entre otras causas, dificultan que así sea.

Alimentación y descanso en la migración

Por ello, la Fundació Assut ha puesto en marcha el proyecto «Arrozales de paso», una iniciativa que tiene por objeto favorecer los lugares de alimentación y descanso para las aves acuáticas migratorias en L’Albufera. En palabras de Bosco Dies, asesor de la Fundació Assut, «la idea surge del interés que tiene para las aves que existan zonas no cultivadas libres de vegetación y con niveles de inundación escasos entre los meses de julio y octubre, coincidiendo con la migración postnupcial de muchas especies». Asegura Dies que «durante esta época, en estas zonas, en las que se remueve la tierra y se elimina la vegetación con tractores, suele registrarse una gran cantidad de aves, especialmente limícolas, con conteos y censos de varios centenares de ejemplares observados simultáneamente».

Correlimos, archibebes, andarríos, combatientes, chorlitejos, agachadizas y agujas son algunos de los grupos de aves más beneficiados por esta medida, ya que aprovechan lugares abiertos, libres de vegetación y poco profundos en los que alimentarse de los pequeños invertebrados que viven en el limo de los arrozales.

La aguja colinegra, el combatiente y el correlimos zarapitín, especies amenazadas

Entre las especies favorecidas por esta iniciativa destacan la aguja colinegra —en valenciano, tètol cuanegre, el combatiente —redonell—, y el correlimos zarapitín —territ picarut—, aves limícolas que muestran un marcado declive en Europa. Se trata de aves migratorias que nidifican en zonas del centro y norte de Europa y que mayoritariamente pasan el invierno en las regiones ecuatoriales de África. La pérdida y la degradación de su hábitat son inconvenientes especialmente críticos en sus viajes migratorios, donde requieren encontrar espacios con aguas abiertas y someras adecuados para descansar y alimentarse. En la actualidad, estos hábitats son prácticamente inexistentes en L’Albufera, por lo que muchas aves no pueden detenerse y se ven obligadas a alargar su viaje varios centenares de kilómetros hasta encontrar otro lugar adecuado, con el perjuicio que ello supone para su estado físico.

Este año, para la época de la migración, entre julio y octubre, a través del proyecto «Arrozales de paso», se ha logrado manejar 75 hanegadas de arrozales en Alfafar y Silla, campos en los que el cultivo del arroz había fallado —por problemas en la germinación, afección de plagas y enfermedades o un desarrollo incontrolado de malas hierbas— y que ahora, gracias a la colaboración de los agricultores, quedan roturados, libres de vegetación y con los niveles de agua adecuados para estas aves.

Beneficios para las aves y el arrozal

Durante varias semanas, antes de que concluya la cosecha del cereal y se inunden los arrozales entrado el otoño, se calcula que esta medida, que garantiza la existencia de pequeños y necesarios islotes de vida en este espeso mar de arroz, va a beneficiar a miles de aves limícolas, a las que se suman otros pocos miles de flamencos, moritos, patos y otras aves acuáticas. En el proyecto, que cuenta con el apoyo de GA Alimentaria, colaboran varios agricultores locales, que se benefician a su vez de una gestión que controla el crecimiento de «malas hierbas» en los campos —plantas adventicias perjudiciales también para las parcelas vecinas— y contribuye a prepararlos para la próxima campaña. Arroceros como José Martí, Vicente Martí y Juan Gimeno participan en la iniciativa facilitando los trabajos de «fangueo» de varios campos en los que la planta del arroz no se ha desarrollado con éxito. Tras unos primeros resultados «muy positivos», según los promotores de la idea, el proyecto «Arrozales de paso» tendrá continuidad en años futuros, en los que se espera crear la mayor superficie posible de hábitats para este grupo de especies amenazadas.